El poder de la voz y los silencios
El ritmo al hablar revela mucho sobre nuestra personalidad y estado de ánimo. Para que tu mensaje sea comprensible, deberías utilizar entre 100 y 150 palabras por minuto. Si hablas más rápido (más de 200 palabras), se te consideraría taquilálico y podrías dificultar la comprensión; si hablas demasiado lento (menos de 100 palabras), serías bradilálico y podrías aburrir a tu audiencia.
El volumen de tu voz comunica mucho más que simple intensidad sonora. Un volumen bajo suele indicar timidez, sumisión o tristeza, mientras que un volumen alto transmite autoridad, seguridad y dominio. Ajustar el volumen según el entorno y la situación es clave para una comunicación efectiva.
Los silencios son herramientas poderosas en la comunicación. A diferencia de las pausas (que invitan al interlocutor a hablar o enfatizan lo dicho), los silencios pueden expresar desde reflexión hasta desaprobación. Por su parte, los suspiros comunican emociones como pena, alivio o fatiga.
El timbre es tu huella vocal única, lo que permite a los demás reconocerte inmediatamente. Se clasifica en cuatro grados: muy bajo, medio-bajo, alto o muy alto, y constituye una parte fundamental de tu identidad sonora.
La kinesia estudia cómo nuestros gestos y posturas transmiten información. Desde los movimientos de cejas que expresan emociones hasta la manera en que cruzamos los brazos para mostrar desacuerdo, nuestro cuerpo habla constantemente. Las posturas, más duraderas que los gestos, pueden mantenerse por minutos u horas y comunican nuestro estado emocional.
¡Consejo práctico! Adapta siempre tu volumen de voz al contexto específico donde te encuentras. Un volumen adecuado para una reunión pequeña resultaría insuficiente en una presentación ante un gran público.