La Dignidad en la Pobreza
El coronel se viste con su traje negro antiguo para el entierro. Cada prenda revela su pobreza y el paso del tiempo: pantalones ajustados con hebillas doradas, camisa color cartón, y botines de charol cuidadosamente limpiados de barro.
Su esposa lo observa y nota "cuánto había envejecido su esposo". Sin embargo, el narrador nos revela que a pesar de su apariencia frágil, el coronel es "un hombre árido, de huesos sólidos" y con ojos vitales que "no parecía conservado en formol".
Después del entierro, el coronel siente malestar en el cementerio. Don Sabas le pregunta qué le pasa, y él responde simplemente: "Es octubre, compadre". Esta frase resume la relación cíclica que el coronel tiene con el tiempo, donde cada octubre le recuerda su deteriorada salud.
Al regresar a casa, el coronel se quita el traje ceremonial y sale a comprar un tarro de café y media libra de maíz para el gallo. Este pequeño gesto muestra cómo, a pesar de su propia hambre, el coronel cuida con dedicación al gallo de su hijo fallecido.
La dignidad del coronel contrasta con la miseria en que vive. Se mantiene limpio, ordenado y cumpliendo con sus obligaciones sociales, aunque esto signifique sacrificar su propio bienestar físico.