El desenlace trágico
Finalmente llega el pastor, quien tras ser presionado e intimidado por Edipo, revela la última pieza del rompecabezas: él recibió al bebé Edipo de manos de la propia Yocasta para que lo abandonara a morir, pues un oráculo había predicho que ese niño mataría a su padre. Sin embargo, por compasión, entregó al bebé al mensajero corintio.
Con esta revelación, la terrible verdad queda al descubierto: Edipo es hijo de Layo y Yocasta, ha matado a su padre y se ha casado con su madre, cumpliendo así la profecía que tanto temía. Horrorizado, Edipo entra al palacio donde descubre que Yocasta se ha ahorcado.
Enloquecido por el dolor, Edipo toma los broches del vestido de Yocasta y con ellos se arranca los ojos, castigándose por su ceguera metafórica. Ahora ciego físicamente, Edipo se lamenta de sus crímenes involuntarios y pide ser desterrado de Tebas.
💡 La autolesión de Edipo representa una paradoja: al cegarse físicamente, finalmente "ve" la verdad que antes no podía o no quería ver.
Creonte, ahora gobernante de Tebas, accede a consultar al oráculo sobre el destino de Edipo. Mientras tanto, permite que Edipo se despida de sus hijas, Antígona e Ismene, lamentando el difícil futuro que les espera por los crímenes de su padre. La obra concluye con Edipo entrando al palacio, preparándose para su exilio.