Tipos de Argumentos
Los argumentos deductivos parten de premisas generales para llegar a conclusiones particulares. Es como ir de lo grande a lo pequeño. Por ejemplo, si sabemos que "Todos los caraqueños son venezolanos" y "Todos los venezolanos son alegres", podemos concluir que "Los caraqueños son alegres".
Los argumentos inductivos hacen lo contrario: parten de elementos particulares para llegar a una generalización. Por ejemplo, "Si la primera palabra de mi sobrino fue mamá, y la de mi hijo también, es probable que la primera palabra de otros bebés sea mamá".
¡Dato clave! Todo argumento tiene un supuesto subyacente que no siempre se menciona explícitamente, pero está implícito en las oraciones.
Entre otros tipos importantes encontramos los argumentos de cifras o probabilísticos, que usan datos estadísticos para establecer conclusiones. Por ejemplo, "En Argentina, el 27% de la población tiene título universitario, esto significa que menos de un cuarto de la población tiene estudios completos".
Los argumentos de autoridad basan su validez en lo dicho por personas u organizaciones reconocidas: "Según el Banco Mundial..." o "Según el cardiólogo...". Mientras tanto, los argumentos de experiencia personal se apoyan en el testimonio subjetivo de quien argumenta, como "La marca de cosméticos es mala, me dio alergia, seguro todos sus productos son malos para la piel".
Finalmente, los argumentos por ejemplificación utilizan casos concretos para reforzar una idea. Cuantos más ejemplos se presenten, más fuerte se considera el argumento: "Los países industrializados contaminan más, por ejemplo, China emite 26% de CO₂, Estados Unidos..."