El Mundo que Rodeaba a los Egipcios
Egipto era como un oasis gigante en medio del desierto gracias al río Nilo. Este río era tan importante que los egipcios lo consideraban un dios junto con el Sol. Cada año se desbordaba y dejaba la tierra súper fértil para cultivar.
En las orillas del Nilo crecía de todo: trigo, arroz, algodón, naranjas, uvas, higos y hasta papiro (la planta con la que hacían papel). El río estaba lleno de vida: peces, aves, monos, y embarcaciones de diferentes tipos navegando constantemente.
Esta abundancia se reflejaba en sus murales, donde pintaban todas estas actividades diarias. Para los egipcios, el arte no era solo decoración: era su forma de preservar la memoria y asegurar que el muerto pudiera disfrutar de todas estas cosas en el más allá.
¿Sabías que? Los artistas egipcios seguían reglas estrictas dictadas por los sacerdotes. Esto se llamaba la ley de la frontalidad y les permitía dibujar figuras humanas de manera rápida y precisa.
El dibujo para ellos era como escribir: contaban historias completas sobre dioses, gobernantes, sacerdotes y la vida cotidiana. Por eso sus murales son como libros gigantes pintados en las paredes.