LA BÚSQUEDA DE LA SABIDURÍA
Sócrates continúa relatando cómo, para comprender el mensaje del oráculo, comenzó a entrevistar a quienes tenían fama de sabios. Primero habló con políticos destacados, luego con poetas y finalmente con artesanos, descubriendo en cada caso que, aunque creían saber mucho, en realidad sabían poco.
Con los políticos encontró que "parecían mucho más sabios que otros y, sobre todo, ellos se lo tenían creído, pero que en realidad no lo eran". Al cuestionarlos, descubrió su ignorancia y se ganó su enemistad.
Respecto a los poetas, concluyó que "la obra de los poetas no es fruto de la sabiduría, sino de ciertas dotes naturales". Escribían inspirados pero sin entender realmente lo que decían. Sin embargo, por su don artístico, se creían sabios en todos los campos.
Con los artesanos, reconoció que sabían mucho sobre sus oficios, pero como los poetas, pensaban que su habilidad técnica los hacía sabios en todo lo demás. "Esta petulancia, en mi opinión, echaba a perder todo lo que sabían", afirma.
De estas experiencias, Sócrates sacó una conclusión crucial: era más sabio que los demás sólo en una cosa - reconocer su propia ignorancia. "Lo que no sé, tampoco presumo de saberlo", explica Sócrates, mostrando que la verdadera sabiduría comienza con la humildad intelectual.
Estas indagaciones le ganaron muchos enemigos, especialmente cuando jóvenes adinerados comenzaron a imitarlo, examinando a personas importantes y revelando su ignorancia. Así se formó la imagen de Sócrates como corruptor de la juventud.
💡 ¡Concepto clave! El "no sé nada" de Sócrates (conocido como "docta ignorancia") no es una renuncia al conocimiento, sino el primer paso para alcanzarlo: reconocer los límites de nuestro saber.