Marx y su crítica al Estado capitalista
Marx fundamentó su análisis en la idea de que la base económica determina la superestructura social (leyes, filosofía, religión y formas de gobierno). Por tanto, el Estado solo puede entenderse en relación con el modo de producción específico que permitió su surgimiento: el capitalismo.
Según Marx, la historia (excepto la etapa primitiva comunal) debe entenderse a partir del concepto de lucha de clases. Las sociedades siempre se han dividido en dos grandes grupos: propietarios de los medios de producción y trabajadores, con intereses antagónicos que generan conflictos permanentes. Así como el amo y el siervo eran clases enfrentadas en el feudalismo, los burgueses y los obreros lo son en el capitalismo.
En este contexto, Marx veía el Estado no como un árbitro imparcial, sino como un instrumento coercitivo que sirve para defender los intereses de la burguesía (clase capitalista). Este mecanismo permite a la clase dominante perpetuar su control sobre los medios de producción a través de la fuerza, las leyes y la ideología.
La propuesta revolucionaria de Marx, desarrollada en medio de las luchas obreras del siglo XIX, era desmantelar este Estado burgués mediante una revolución social. Su objetivo final era establecer el socialismo como fase transitoria hacia el comunismo, una etapa utópica donde no existirían ni clases sociales ni Estado.
💡 Aunque muchos sistemas inspirados en Marx fracasaron históricamente, su análisis sobre cómo el poder económico influye en el poder político sigue siendo relevante. Cuando analizas quién se beneficia realmente de ciertas políticas públicas, estás aplicando, consciente o inconscientemente, una perspectiva marxista.