Filosofía para niños: desarrollando ciudadanos críticos
La promoción de una educación filosófica es la forma por excelencia de ampliar la democracia dentro del sistema educativo. Desde el aula se trabaja por una democracia participativa, problematizadora y generadora de preguntas, estimulando la capacidad de asombro y la búsqueda permanente de razones.
Como afirma Zuleta (1995): "La democracia es el derecho del individuo a diferir contra la mayoría; a diferir, a pensar y a vivir distinto, en síntesis, al derecho a la diferencia". Esta concepción de democracia va más allá del simple ejercicio del voto, implica el reconocimiento de la pluralidad como algo enriquecedor.
Los estudiantes enfrentan muchos retos tanto dentro como fuera de la escuela. Dentro de la institución, deben responder por su formación académica y vivir la vida escolar, que comprende relaciones interpersonales, afectos, pertenencia a grupos y participación en actividades. Fuera de la escuela, viven lo recreativo, familiar, comunitario y ciudadano.
Recuerda: El currículo permeado por la filosofía permite que la formación en valores democráticos para la convivencia ciudadana se fundamente tanto en la teoría como en la práctica cotidiana.
El peso que cada niño pone en la escuela debe ser asumido como un conjunto de experiencias que le permitan visualizar mundos posibles, integrando dialécticamente diferentes perspectivas para definir su propio horizonte de existencia. Los valores y representaciones que forman en este proceso determinarán su visión de lo público y su participación como ciudadanos.