Platón, Aristóteles y las escuelas de pensamiento
Platón (c. 429 a.C.) fundó su Academia cerca de Atenas, dedicándose a defender las ideas de Sócrates y a desarrollar sus propias teorías. Su filosofía abarcaba desde la inmortalidad del alma hasta el origen mítico de la Atlántida, pero su idea más influyente fue la teoría de las "formas" o "ideas".
Para Platón, nuestro mundo perceptible era solo un reflejo imperfecto de un mundo superior de formas puras. Creía que existían cuatro niveles de realidad: las sombras, los objetos perceptibles, los objetos matemáticos y las ideas. A través del estudio, la intuición y el amor, una persona podía acceder a la esencia pura de conceptos como la Belleza, la Bondad y la Verdad.
Su visión política, expresada en "La República", proponía un sistema ideal donde los gobernantes serían formados mediante un estricto sistema educativo de gimnasia, teoría de números y filosofía. Sin embargo, en "Las leyes", Platón desarrolló ideas más autoritarias donde la libertad prácticamente desaparecía y la religión era obligatoria bajo pena de muerte.
💡 El misticismo intuitivo de Platón es tan exasperante como impresionante es la coherencia y amplitud de sus intereses. Su importancia reside especialmente en la influencia que ejerció sobre el cristianismo primitivo.
Aristóteles 384−322a.C., discípulo de Platón pero de mente mucho más práctica, sustituyó el misticismo platónico por un sentido común perspicaz. Fundó su propia escuela, el Liceo, donde impartía clases sobre un vastísimo repertorio de materias y clasificaba sistemáticamente todo el conocimiento, convirtiéndose en nuestro primer enciclopedista.
Mientras Platón creía en formas abstractas que existían independientemente, Aristóteles invertía esta relación: "No puede haber lo músico si no hay alguien que sea músico". Su método lógico, basado en silogismos formales, influyó en todas sus investigaciones, desde la clasificación de más de cuatrocientas especies animales hasta sus teorías sobre ética.
Para Aristóteles, la felicidad no se encontraba en el placer, la riqueza o el prestigio, sino en una conducta coherente con la verdadera naturaleza humana: el comportamiento razonable. Su ética buscaba la mesura, una posición intermedia entre excesos opuestos, y creía que los seres humanos tenían el potencial adecuado para ser éticamente buenos si usaban su razón y recibían una formación adecuada.