La era de Napoleón y el fin de la revolución (1799-1815)
Después del caos del Terror, Francia necesitaba estabilidad urgentemente. El 9 de noviembre de 1799, Napoleón Bonaparte dio un golpe de estado y estableció el Consulado, un gobierno centralizado con tres cónsules al mando.
En 1804, Napoleón se proclamó emperador de Francia, iniciando la etapa imperial. Aunque su poder era absoluto, impulsó enormemente la cultura e industria francesa. Su objetivo era convertir a Francia en la primera nación del mundo, lo que llevó a las famosas guerras napoleónicas con batallas legendarias como Austerlitz y Jena.
Todo cambió en 1813 con la batalla de Leipzig, donde las potencias europeas unidas derrotaron al ejército francés y ocuparon París. Napoleón abdicó y regresó la monarquía con Luis XVIII. Sin embargo, Napoleón volvió al poder por 100 días en 1815, hasta ser definitivamente derrotado en la batalla de Waterloo.
Los cambios fueron permanentes: desapareció el sistema feudal, se eliminaron los privilegios del clero y la nobleza, y la burguesía finalmente obtuvo el poder que buscaba. El lema "libertad, igualdad y fraternidad" se extendió por toda Europa y llegó hasta las colonias americanas, inspirando nuestras propias revoluciones de independencia.
Reflexión final: Aunque la revolución terminó en 1815, sus ideas sobre democracia, derechos humanos y constituciones siguen siendo la base de nuestras sociedades actuales. ¡Todo comenzó con gente común que se negó a seguir aceptando la injusticia!