Japón y Estados Unidos: los nuevos jugadores
Mientras Europa se repartía el mundo, dos potencias emergentes cambiaron completamente las reglas del imperialismo: Japón y Estados Unidos. Sus estrategias fueron diferentes, pero igual de efectivas y transformadoras.
El expansionismo japonés sorprendió al mundo. Después de la restauración Meiji, Japón se industrializó rapidísimo y adoptó una política agresiva. Necesitaba materias primas (hierro, carbón, petróleo) y mercados para sostener su crecimiento. Su concepto del "Gran Japón" justificó la expansión.
Japón demostró su poder derrotando a China (1894-1895) y conquistando Corea y Taiwan. Pero su victoria más impactante fue contra Rusia (1904-1905), cuando aniquiló la flota rusa y se convirtió en la primera potencia no europea en derrotar a una europea en tiempos modernos.
Estados Unidos desarrolló un imperialismo diferente. Con un enorme mercado interno, sus motivaciones fueron más ideológicas y geopolíticas. La doctrina Monroe declaró América como su zona de influencia, mientras el "Destino Manifiesto" justificó su expansión como voluntad divina.
La guerra con España (1898) marcó el debut imperial estadounidense. Tras destruir la flota española, se quedaron con Filipinas, Puerto Rico y Guam, mientras Cuba se convirtió en protectorado. Theodore Roosevelt consolidó esta política con su estrategia del "gran garrote".
¡Increíble pero cierto! Estados Unidos ayudó a Panamá a independizarse de Colombia en 1903 solo para controlar la zona del canal.