Trastorno de Pánico
El trastorno de pánico se caracteriza por ataques de pánico imprevistos y recurrentes. Estos ataques consisten en una aparición súbita de miedo intenso que alcanza su máxima expresión en minutos y durante los cuales se producen cuatro o más síntomas físicos y cognitivos.
Los síntomas incluyen palpitaciones, sudoración, temblores, sensación de ahogo, dolor torácico, náuseas, mareo, escalofríos, hormigueo, desrealización o miedo a morir. Después de un ataque, la persona desarrolla preocupación persistente sobre tener más ataques o cambia su comportamiento para evitarlos.
Lo distintivo de este trastorno es que los ataques ocurren "de la nada", sin un desencadenante obvio. Los síntomas físicos alcanzan rápidamente su intensidad máxima y se prolongan por un período específico, generando miedo a la muerte inminente, a volverse loco o a perder el control.
El trastorno de pánico es raro antes de la pubertad. Suele iniciarse entre los 19-24 años, siendo poco común antes de los 14 años. En adolescentes y adultos, el pronóstico tiende a ser crónico.
A menudo se presenta junto con trastorno de ansiedad por separación, otros trastornos de ansiedad, depresión, trastorno bipolar o consumo de alcohol. Frecuentemente se asocia con agorafobia y la necesidad de depender de un acompañante.
Dato importante: Los ataques de pánico, por sí solos, no constituyen un trastorno mental. Muchas personas experimentan ataques de pánico aislados que no evolucionan a un trastorno de pánico completo, que requiere preocupación persistente sobre futuros ataques o cambios en el comportamiento.