El mundo como representación: Todo es percepción
Imagínate que todo lo que experimentas - el sol, la tierra, tu celular - solo existe porque tú lo percibes. Esta es la idea más radical de Schopenhauer: "El mundo es mi representación". No conoces realmente el sol, sino solo un ojo que ve el sol; no conoces la tierra, sino una mano que la siente.
Esta verdad es más básica que el tiempo, el espacio o la causalidad. Todo lo que existe para el conocimiento depende de que haya un sujeto (tú) que percibe y un objeto (lo percibido). Son como dos mitades inseparables: si desaparece una, desaparece la otra.
El sujeto (tu conciencia) no está en el espacio ni en el tiempo - está completo en cada persona que percibe. El objeto, en cambio, sí existe en el espacio y tiempo, lo que permite que existan múltiples cosas diferentes. Pero ambos se necesitan mutuamente para existir.
💡 Concepto esencial: Las formas básicas de toda experiencia (tiempo, espacio y causalidad) se pueden conocer desde nuestra propia conciencia, sin necesidad de examinar objetos externos - esto es lo que Kant llamaba conocimiento "a priori".
La materia surge cuando se unen el tiempo y el espacio. Esto permite la simultaneidad, la duración y que las cosas permanezcan mientras cambian sus estados. Todo cambio requiere tiempo, pero toda forma requiere espacio - por eso la materia lleva la marca de ambos.
Schopenhauer ofrece dos vías de escape del sufrimiento: el arte (que te libera temporalmente al contemplar sin desear) y la ética ascética (que ataca directamente la raíz del problema: la voluntad misma). Pero no esperes recetas fáciles - según él, ser genio o santo requiere un conocimiento inmediato que no se puede enseñar con palabras.