Creando espacios para el juego
El ambiente y su diseño son elementos cruciales para potenciar el juego. Cabanellas y Eslava nos recuerdan que "el ambiente lo debemos concebir como copartícipe del proyecto pedagógico", un espacio que refleje la convivencia pedagógica y cultural.
¿Cómo crear ambientes que favorezcan el juego? Se necesita un espacio seguro, accesible y estimulante que invite a diversas acciones lúdicas: balancearse, esconderse, saltar. Un lugar flexible que permita transformar el mobiliario en casitas, tiendas o vehículos imaginarios.
También es valioso aprovechar los "accidentes" del espacio como columnas, rampas o escalones que pueden convertirse en oportunidades de juego. El adulto debe ponerse físicamente al nivel de los niños (agacharse, gatear) para descubrir las posibilidades que ofrece el espacio desde su perspectiva.
Javier Abad propone crear "escenografías de juego" como instalaciones interactivas donde los niños puedan desarrollar narrativas lúdicas. Estas configuraciones pueden representar espacios simbólicos como el nido, la casa o la selva, utilizando materiales no estructurados: cajas, telas, envases o elementos naturales.
Los espacios exteriores y entornos naturales son igualmente importantes, pues invitan al movimiento y al contacto con materiales como arena, barro y agua, muy atractivos para los niños.
¡Prueba esto! Organiza "rincones de juego" donde los niños puedan trabajar individual o en pequeños grupos según sus intereses. Esto permite respetar sus particularidades y ritmos mientras tú observas sus gustos, intereses y formas de jugar.