Respuesta Inflamatoria y Citoquinas
La inflamación se activa cuando los tejidos son dañados por diferentes factores como bacterias, traumatismos, toxinas o temperaturas elevadas. El tejido lesionado libera sustancias químicas (histamina, bradiquinina y prostaglandinas) que provocan que los vasos sanguíneos filtren líquido hacia los tejidos circundantes, aislando así la sustancia extraña.
Durante este proceso, los tejidos afectados atraen glóbulos blancos (fagocitos) que eliminan microorganismos y células dañadas mediante fagocitosis. Estos fagocitos eventualmente mueren combatiendo la infección, formando pus junto con tejido muerto y bacterias eliminadas. Todo este mecanismo es beneficioso porque elimina factores dañinos y permite la restauración del tejido.
La fase aguda de inflamación se caracteriza por la rápida llegada de neutrófilos seguidos por monocitos que maduran a macrófagos. Durante esta etapa aparecen los cuatro signos cardinales rubor, calor, tumor y dolor. Cuando el estímulo dañino es eliminado, la inflamación disminuye y los granulocitos son removidos mientras que macrófagos y linfocitos vuelven a su estado normal.
💡 ¿Sabías que? La palabra "inflamación" viene del latín "inflammatio" que significa "encender" o "prender fuego", lo cual describe perfectamente la sensación de calor que se siente en un área inflamada.
La reparación del tejido dañado constituye la fase final del proceso inflamatorio agudo. Si la inflamación aguda no logra resolver el problema, el cuerpo puede recurrir a respuestas como la autoinmunidad o la inflamación crónica, que pueden causar daño tisular excesivo y pérdida de la función de los órganos afectados.