El origen de la vida
La vida en nuestro planeta comenzó gracias a las condiciones especiales de la Tierra. Científicos proponen que los primeros microorganismos pudieron nacer en estanques de aguas poco profundas con temperaturas ideales. Con el paso del tiempo, estos organismos evolucionaron y mejoraron sus cadenas evolutivas hasta convertirse en seres pluricelulares más complejos.
Existen diferentes tipos de estructuras que nos muestran pruebas de la evolución. Las estructuras homólogas son partes similares que varios organismos comparten por venir de un ancestro común. Los biólogos las identifican porque ocupan posiciones parecidas en el cuerpo y tienen estructuras similares.
Las estructuras análogas son diferentes a las homólogas porque aparecen en organismos no relacionados entre sí. Estas se parecen porque evolucionaron para cumplir la misma función, no porque vengan de un ancestro común. Por ejemplo, las alas de un murciélago y de un insecto se parecen pero tienen orígenes diferentes.
💡 ¿Sabías que? Tu cuerpo tiene estructuras vestigiales que no cumplen ninguna función importante. Son como "recuerdos" de nuestros antepasados evolutivos, en los que sí cumplían una función útil.
La embriología nos ayuda a entender mejor la evolución. Cuando observamos embriones de diferentes vertebrados (humanos, pollos, peces), todos tienen cola durante su desarrollo inicial, aunque después no aparezca en el organismo adulto. Esto es una clara evidencia de nuestro pasado evolutivo compartido.