Características y funcionamiento de las pulsiones
La pulsión no puede volverse consciente por sí misma, pero su representación sí. Por ejemplo, el hambre empieza como una fatiga que genera una representación que procesamos según nuestra psique. Lo mismo ocurre con la sed, que aparece cuando ya ha avanzado la deshidratación.
Nuestros "investimentos pulsionales" (cómo vestimos o expresamos nuestras pulsiones) no son completamente inconscientes, pues la pulsión es satisfecha total o parcialmente, generando manifestaciones afectivas. Por ejemplo, cuando un niño queda satisfecho al mamar, genera un afecto hacia la madre.
Es importante entender que el estímulo pulsional no proviene del mundo exterior sino del interior. No es que el yogurt te dé hambre, sino que desde tu interior surge el deseo de comer algo.
La pulsión sexual es la más reprimida y suele manifestarse a través de la angustia (un afecto). Como afirmaba Freud: "Si la pulsión no apareciese bajo su forma de afecto, no podríamos saber nada de ellas".
Para reflexionar: Cuando la pulsión se activa, surge una necesidad y una búsqueda de satisfacción en el menor tiempo posible. La excitación sexual, por ejemplo, es un estado displacentero que se resuelve mediante el orgasmo.
Existen diferentes destinos posibles para las pulsiones: represión, inhibición, sublimación, transformación hacia lo contrario, y vuelta hacia la persona propia. Por ejemplo, una pulsión voyeurista (mirar al otro) puede transformarse y volverse hacia uno mismo (mirarse a sí mismo).