¿Por qué postergamos nuestros deberes?
¿Te suena familiar quedarte hasta tarde haciendo tareas que pudiste terminar días antes? La procrastinación tiene varias causas que van más allá de la simple pereza.
El miedo al fracaso es uno de los principales culpables. Cuando tememos decepcionar a nuestros padres, profesores o amigos, paradójicamente terminamos evitando las tareas. Este miedo se intensifica cuando sentimos que otros esperan mucho de nosotros.
El perfeccionismo también juega un papel clave. Si tienes estándares muy altos y temes no cumplirlos perfectamente, es natural que pospongas el trabajo. La realidad es que "hecho es mejor que perfecto" cuando se trata de cumplir con responsabilidades.
Factores físicos como la falta de motivación y concentración crean un círculo vicioso. El cansancio, el estrés y los problemas de sueño disminuyen nuestra energía mental, haciendo que las tareas parezcan montañas imposibles de escalar.
Recuerda: Reconocer estas causas no es hacer excusas, sino entender cómo funciona tu mente para poder cambiar estos patrones.