Las enzimas son moléculas proteicas fundamentales para la vida que actúan como catalizadores biológicos, acelerando las reacciones químicas en los organismos vivos sin consumirse en el proceso.
La estructura de las enzimas está compuesta por una parte proteica llamada apoenzima y, en muchos casos, una parte no proteica denominada cofactor. Los tipos de cofactores pueden ser iones metálicos o moléculas orgánicas complejas llamadas coenzimas. La importancia de las coenzimas radica en su capacidad para facilitar las reacciones enzimáticas, actuando como transportadores de grupos químicos específicos.
Entre los tipos de enzimas y sus funciones más relevantes encontramos las hidrolasas, que rompen enlaces mediante la adición de agua; las oxidorreductasas, que catalizan reacciones de oxidación-reducción; y las transferasas, que transfieren grupos funcionales entre moléculas. Las propiedades de las enzimas incluyen su alta especificidad por el sustrato, su capacidad de actuar en condiciones suaves de temperatura y pH, y su regulación mediante diferentes mecanismos. La importancia de las enzimas se evidencia en todos los procesos metabólicos, desde la digestión hasta la síntesis de ADN. Cada enzima tiene una función específica y trabaja en conjunto con otras para mantener el correcto funcionamiento del organismo. Entre las 3 funciones de las enzimas principales destacan la degradación de moléculas complejas en simples, la síntesis de nuevas moléculas y la conversión de energía en formas utilizables por la célula. Los ejemplos de cofactores más comunes incluyen el NAD+, FAD, y la coenzima A, que participan en numerosas rutas metabólicas esenciales.