La Caída del Imperio Romano
¿Sabías que el Imperio Romano no cayó de un día para otro? Fue como un gigante que poco a poco perdió fuerza hasta que finalmente se desplomó. Todo empezó cuando los romanos decidieron dividir su imperio en dos partes en el siglo IV d.C.
Esta división del imperio creó el Imperio Romano de Occidente y el Imperio Romano de Oriente. ¿Te suena lógico dividir algo para hacerlo más fuerte? ¡Exacto, no funcionó! Al contrario, esta separación debilitó sus recursos y hizo súper difícil defender el territorio.
La inestabilidad política fue otro golpe mortal. Los emperadores no duraban nada en el poder porque constantemente los asesinaban o los echaban del cargo. Generales ambiciosos peleaban entre ellos por el control, y esto significaba que nunca había líderes fuertes por mucho tiempo.
¡Dato curioso! La corrupción estaba por todas partes. Los funcionarios se robaban el dinero público y tomaban decisiones que solo beneficiaban a unos pocos ricos, no a todo el pueblo.
El final llegó en el año 476 d.C. cuando Rómulo Augusto, el último emperador romano de Occidente, fue derrocado por Odoacro, un jefe bárbaro. Mientras tanto, el Imperio Romano de Oriente, con capital en Constantinopla, logró sobrevivir mucho más tiempo.