Transmisión del calor
El calor es muy viajero y siempre busca moverse de los lugares calientes a los fríos. Cuando acercas tu mano a una taza de chocolate caliente, sientes el calor porque este se está transmitiendo hacia tu mano que está más fría.
La conducción es una forma de transmisión que ocurre directamente a través de los materiales. Algunos materiales, llamados conductores térmicos, permiten que el calor viaje fácilmente por ellos. Estos suelen tener una estructura uniforme y enlaces fuertes, como los metales. Por otro lado, los aislantes térmicos, como la madera o el plástico, no dejan pasar fácilmente el calor porque tienen estructuras menos organizadas.
Imagina una fila de fichas de dominó: cuando empujas la primera, esta transmite su energía a la siguiente, y así sucesivamente. ¡Así viaja el calor por conducción! Las moléculas calientes chocan con sus vecinas, pasando parte de su energía hasta que todo el material se calienta.
La radiación es otra forma de transmisión donde el calor viaja mediante ondas electromagnéticas llamadas ondas infrarrojas. A diferencia de la conducción, no necesita un medio material para propagarse. Por eso sentimos el calor del Sol aunque esté muy lejos o percibimos el calor de una estufa sin tocarla.
💡 ¡Dato curioso! Cuando sientes calor al acercarte a una fogata sin tocarla, ¡estás experimentando la transmisión por radiación! Las ondas infrarrojas viajan desde el fuego hasta tu piel, calentándola directamente.