El punto de partida: pensamiento crítico vs. pensamiento ingenuo

Cuando empezás a pensar de verdad, te das cuenta de que tu pensamiento crítico siempre está influenciado por el lugar y tiempo donde vivís. No es lo mismo pensar siendo un adolescente en Colombia en 2024 que siendo un filósofo griego hace 2000 años.

La vida humana es complicada pero fascinante: tenemos continuidad (seguimos siendo nosotros) pero también rupturas (cambiamos constantemente). Para entenderte a vos mismo, necesitás diferenciar los distintos aspectos de tu existencia.

💡 Dato clave: Tanto filósofos como teólogos, creyentes como no creyentes, todos enfrentan esta misma realidad de pensar desde su contexto específico.

Las raíces del pensamiento

Todo lo que escribimos viene de algo más profundo. Primero tenés una forma de vida, después usás la razón de cierta manera, luego desarrollás un lenguaje específico, y finalmente escribís textos. Es como una cadena: vida → razón → lenguaje → textos escritos.

Más allá de Descartes: el pensamiento conectado

Descartes pensaba que podías separar completamente el pensamiento de los sentimientos y de la vida real. Pero eso es imposible. Vos no pensás en el vacío: pensás desde tu experiencia, tu historia, tu contexto social.

Hay cuatro niveles que no podés separar (aunque sí diferencias):

• Formas de vida (cómo vivís)
• Usos de la razón (cómo pensás)
• Juegos del lenguaje (cómo hablás)
• Textos escritos (qué escribís)

💡 Reflexión: Tu "implantación primordial" en la realidad es como las raíces de un árbol: de ahí sale todo lo demás.

Los diferentes usos de la razón

Desde Platón hasta Kant, los filósofos han reconocido que la razón tiene varios modos de funcionar. No hay una sola forma "correcta" de usar la razón. Tenés el uso científico, filosófico, histórico y religioso de la razón. Todos son legítimos, pero ninguno puede pretender ser el único válido.

La clave está en encontrar el equilibrio: ni separar completamente estos usos ni reducir todo a uno solo.

El poder de las palabras en contexto

Las palabras no son solo sonidos o símbolos en un diccionario. Como decía Wittgenstein, las palabras cobran vida en el contexto donde las usás. Es como cuando jugás un videojuego: las reglas solo tienen sentido dentro del juego.

Cuando alguien habla, siempre está "jugando" algún juego de vida específico. La pregunta importante es: ¿qué juego está jugando la persona que me está hablando de filosofía o teología?

💡 Ejemplo práctico: Los mismos paisajes de Soria aparecen en informes técnicos y en poemas de Machado. Son los mismos lugares, pero completamente diferentes según el "juego de lenguaje" que se use.

Entre lo técnico y lo poético

Un ingeniero agrónomo y un poeta pueden describir el mismo paisaje de maneras totalmente diferentes. El ingeniero lo mide y verifica; el poeta lo trasciende y lo convierte en algo más grande. Ambos enfoques son válidos, pero sirven para propósitos diferentes.

La filosofía y la teología funcionan más como la poesía: van más allá de lo que podés tocar y medir.

Las diferentes formas de enfrentar la realidad

Como ser humano, tenés varias maneras de relacionarte con el mundo que te rodea:

• Sensitiva: solo reaccionás a los estímulos
• Utilitaria: buscás qué te sirve
• Técnica y científica: querés entender cómo funcionan las cosas
• Ética: te preguntás qué está bien y qué está mal
• Contemplativa o filosófica: dejás que las cosas "te hablen"
• Religiosa y teológica: ves las cosas como señales de algo más grande

💡 Reflexión personal: ¿Con cuál de estas formas te identificás más en tu día a día?

El nacimiento de diferentes disciplinas

La mitología, filosofía, ciencia, religión y teología nacieron cuando los humanos empezaron a preguntarse en serio sobre todo: el cosmos, el sentido de la vida, su propio destino. Cada una responde a necesidades humanas reales que no se pueden eliminar.

Puede ser que en una época se privilegie una sobre las otras (como hoy privilegiamos la ciencia), pero las demás siempre "se vengan" y vuelven con más fuerza cuando las ignorás mucho tiempo.

La relación compleja entre mito, filosofía, teología y ciencia

Desde el principio, la filosofía y la teología han tenido que defenderse tanto del mito como de la ciencia. En la antigua Grecia, Platón criticó a Homero porque sus mitos corrompían a la gente. Hoy pasa lo contrario: la ciencia amenaza con eliminar todo lo que no sea "científicamente verificable".

Pero aquí hay un malentendido. El mito no es un cuento infantil para gente ignorante. Es el lenguaje que usás cuando sabés que la realidad es mucho más grande de lo que podés explicar completamente.

💡 Dato importante: Las preguntas realmente importantes de la vida (¿qué debo hacer? ¿qué puedo esperar? ¿qué es el hombre?) no las puede responder solo la ciencia.

Los tres errores de la teología moderna

En el siglo XX, la teología se vio tentada por tres extremos peligrosos:

1. Historificación: solo creer en lo que se puede verificar arqueológicamente
2. Desmitificación: eliminar todo lo que suene "anticientífico"
3. Dogmatismo autoritario: ignorar completamente la historia y la razón

El desafío está en evitar estos extremos y encontrar un equilibrio.

Recuperando el mito y situando la ciencia

Hoy tendemos a descartar el mito completamente y confiar solo en la ciencia. Esto es un error por ambos lados. Necesitás diferenciar el mito de la superstición, pero también recuperar su función legítima: hablar de realidades que son demasiado grandes para explicaciones puramente técnicas.

Por otro lado, la ciencia es genial para lo que hace, pero no puede responder a las preguntas existenciales más profundas. Las preguntas de Kant y Zubiri sobre el sentido de la vida no tienen respuesta científica.

💡 Reflexión: Incluso el filósofo más abstracto necesita usar imágenes y representaciones que son, en el fondo, "mitos abreviados".

El problema de nombrar lo absoluto

¿Cómo podés hablar de Dios o del Absoluto si todas tus palabras se refieren a cosas particulares y limitadas? Aquí es donde necesitás la imaginación, la memoria y el deseo, no solo la razón pura.

Como dice Gilson: "No se puede nombrar a Dios sin imaginarlo, ni imaginarlo sin mitologizarlo". Esto no es una falla; es inevitable y necesario.

El destino común de filosofía y teología

La filosofía y la teología comparten una misión importante: salvar la realidad del ser, del deber, de la esperanza y de Dios. Sin estas dimensiones, la vida humana se reduce a mera supervivencia.

En las universidades contemporáneas, ambas están amenazadas por un "imperialismo científico" que niega legitimidad a todo lo que no sea verificable en un laboratorio. Esto llevó a que muchas facultades de Teología fueran eliminadas de las universidades estatales.

💡 Dato provocativo: Karl Rahner argumentó que una universidad que no tiene espacio para reflexión rigurosa sobre Dios tampoco debería tenerlo para metafísica o ética, porque ninguna es más "verificable" que las otras desde una perspectiva puramente científica.

La investigación histórica y el mito

La investigación histórico-crítica es necesaria para la fe, pero no es suficiente. La Iglesia católica ha adoptado métodos histórico-críticos para estudiar la Biblia, pero sin reducir todo a eso.

El mito sigue siendo necesario porque las experiencias más profundas del ser humano no se pueden expresar completamente en lenguaje puramente conceptual.

El imperialismo científico y la respuesta filosófica

Hoy vivimos bajo una "dictadura de los laboratorios" que reduce la verdad solo a lo que es científicamente verificable. Contra esto se rebeló Ortega y Gasset, reclamando autonomía para la filosofía.

El problema es que si eliminás la teología de las universidades, también estás amenazando a la filosofía. Porque desde una perspectiva puramente científica, conceptos como "el ser" o "el deber" no son más verificables que "Dios".

💡 Argumento clave: Históricamente, Dios ha tenido tanta presencia en la conciencia humana como la preocupación metafísica o moral. No podés eliminar uno sin afectar a los otros.

Separación de Iglesia y Estado vs. eliminación del pensamiento religioso

La separación de la Iglesia y el Estado puede justificar cambios administrativos, pero ¿justifica eliminar completamente la reflexión rigurosa sobre lo religioso del ámbito académico? Esta es una pregunta que las sociedades democráticas todavía están procesando.

Una democracia verdaderamente madura debería poder incluir reflexión crítica sobre todas las dimensiones de la experiencia humana, incluyendo la religiosa.

Las raíces históricas: Grecia e Israel

Desde el inicio del pensamiento griego, las cuestiones sobre la naturaleza física (physis) han ido de la mano con reflexiones sobre "lo divino". Todo desemboca en una figura clave: Sócrates.

Sócrates no era un filósofo profesional en el sentido moderno. Era algo menos en un sentido (no era académico) y mucho más en otro (era un buscador de sabiduría total). Él unió la religión griega con el pensamiento racional para pensar al ser humano.

💡 Conexión importante: Con Sócrates, la filosofía dejó de enfocarse solo en la naturaleza y puso al ser humano en el centro, pero siempre abierto a la dimensión moral y religiosa.

Sócrates y Jesucristo: figuras paralelas

Para el mundo griego, Sócrates representa la unión entre pensamiento y religiosidad. Para el cristianismo, Jesucristo cumple una función similar pero llevada al extremo: es visto como el Logos (razón) eterno encarnado.

Los cristianos se consideraron herederos y transformadores de lo mejor del mundo griego. Vieron la filosofía griega como "preparación evangélica" y a Cristo como "plenitud de los tiempos".

La tradición continua hasta hoy

La filosofía y la teología han mantenido una "concordia crítica" desde los orígenes (Platón, Aristóteles, San Agustín) hasta pensadores contemporáneos como Heidegger, Wittgenstein, Levinas, Unamuno y Zubiri por un lado, y teólogos como Rahner y Pannenberg por otro.

La cuestión de Dios ha sido el hilo conductor de la conciencia filosófica occidental desde los presocráticos hasta hoy. Dios ha recibido muchos nombres a lo largo de la historia: el Absoluto, el Principio, el Ser Supremo, etc.

💡 Conclusión clave: Filosofía y teología no son enemigas ni completamente separadas. Son formas complementarias de abordar las preguntas más profundas de la existencia humana.

El desafío actual

El desafío para vos como estudiante del siglo XXI es aprender a navegar entre estas diferentes formas de conocimiento sin caer en fundamentalismos. Podés valorar la ciencia sin convertirla en la única fuente de verdad. Podés apreciar la filosofía y la teología sin rechazar el pensamiento crítico.

La sabiduría está en reconocer que la realidad es lo suficientemente rica como para requerir múltiples enfoques para comprenderla.