La geografía económica estudia la relación entre los recursos naturales, las actividades económicas y su distribución espacial en diferentes territorios.
La relación entre geografía y economía es fundamental para entender cómo los factores geográficos influyen en el desarrollo económico de las regiones. Los recursos naturales, el clima, la topografía y la ubicación determinan las actividades productivas que pueden realizarse en cada zona. Por ejemplo, las regiones costeras suelen desarrollar actividades pesqueras y comerciales, mientras que las zonas montañosas pueden especializarse en minería o turismo. La geografía económica histórica muestra cómo estos patrones han evolucionado a lo largo del tiempo.
Las ramas de la geografía económica incluyen el estudio de los sectores primario (agricultura, ganadería, pesca), secundario (industria) y terciario (servicios). Estas actividades responden a las preguntas económicas fundamentales: ¿para quién producir?, ¿cuánto producir? y ¿cómo producir? en una economía. La organización económica de cada región determina la distribución de recursos y la especialización productiva. En la economía de mercado, estas decisiones se toman según la oferta y demanda. La microeconomía se centra en el comportamiento de agentes individuales como empresas y consumidores, mientras que la macroeconomía estudia fenómenos agregados como el crecimiento económico, la inflación y el empleo. Entre los ejemplos de macroeconomía destacan el PIB nacional, las tasas de interés y el tipo de cambio, mientras que los ejemplos de microeconomía incluyen la fijación de precios en mercados específicos, decisiones de producción empresarial y comportamiento del consumidor.
La importancia de la geografía económica radica en su capacidad para explicar las disparidades en el desarrollo económico entre regiones y proponer soluciones para reducir estas desigualdades. Comprender estos patrones es esencial para la planificación económica y el desarrollo sostenible de los territorios.